Villarrobledo, 27 de
Mayo de 2012 AD,
Solemnidad de
Pentecostés
Al ver a su madre y junto a ella al
discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "«Mujer, ahí está tu
hijo».Luego dijo al discípulo: "«Ahí está tu madre».Y desde entonces el
discípulo se la llevó a vivir con él.
(Jn 19, 25-27)
Desde aquel momento el discípulo recibió a
María entre sus cosas, en su espiritualidad.
Ella le enseña a llevar esa vida en el Espíritu, pues es ella la primera
en la que desciende el Espíritu en la Anunciación. Y ella a lo largo de su vida
es dócil a su acción. De este manera se ha convertido en modelo para nosotros,
y así lo hemos vivido a lo largo del tiempo, acudiendo a la Santísima Virgen
para que nos enseñe a escuchar la Palabra, a fundamentar nuestra vida en el
Evangelio, que nos enseñe a orar, a vivir la fortaleza en las dificultades, a
buscar la prudencia, a dominar nuestros afanes de suficiencia, a poner orden en
nuestra existencia, a vivir la justicia en el cumplimiento fiel de nuestros
compromisos, a afianzar nuestra fe, a fortalecer la esperanza y vivir la
caridad, a acercarnos más al Señor y a
manifestar el amor de Dios en nuestro mundo.
La vivencia de las virtudes es, oh María, la
gran corona que recibes. Así acabado el curso de tu vida mortal fuiste elevada
en cuerpo y alma a la gloria del cielo. Eres exaltada por la fidelidad intensa
a los planes divinos. Así nosotros, reproduciendo lo que la Trinidad Beatísima realiza en la Vida Eterna, lo realizamos en
la tierra al ponerte la corona, honrarte como Madre de Dios y Madre nuestra.
Ayúdanos a ser fieles a nuestro Bautismo siguiendo a tu divino Hijo.
(Discurso de saludo y bienvenida a Nuestra Señora de la Caridad pronunciado por D. Juan Julián Castillo, vicario parroquial de San Blas)
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