martes, 24 de abril de 2012

Ejercicio de las flores a la Virgen.







Mes de Mayo
Ejercicio de las Flores



DÍA 1 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Hoy, nosotros, estamos aquí comenzando este mes que dedicamos a contemplar a  María, a alabar a María, a orar con María. Realmente, si nosotros nos sentimos atraídos por Jesús, si hemos creído en él, si queremos vivir su Evangelio, si estamos llenos del anhelo de su salvación, seguro que sentimos también un inmenso gozo por su madre.  Como aquella mujer, tenemos ganas de verla, de conocerla, de felicitaría, de aprender también de ella.
     Pero no es sólo esto. Nosotros sentimos la misma alegría  de aquella mujer, pero a la vez sabemos que en María se cumple también lo que Jesús respondió ante aquel grito de alabanza. Jesús respondió a la mujer: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».
     Nosotros estamos aquí, en este mes de María, gozosos de estar con la Madre de Jesús, y más gozosos todavía porque ella es para todos un modelo de fe, de esperanza, de amor. Ella ha escuchado la palabra, la ha conservado en su corazón, la ha vivido profundamente. Ella es el primer modelo de fidelidad al Evangelio, ella es la primera cristiana.
     Que durante este mes ella nos ayude a compartir el gozo de Jesús, y a crecer en la fe, en la esperanza, en el amor.



CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.




DÍA 2 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
    Nazaret era un pueblecito pequeño, en el norte, en la región de Galilea. Un pueblo sin importancia ni relieve. Un pueblo en el que no había sucedido nunca nada, que no salía ni una sola vez en las páginas de la Biblia.
    «Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María».
    En la capital cerca del lago, Cafarnaún, ocurrían muchas cosas, y los viajeros llevaban hasta ella las nuevas ideas y las nuevas inquietudes. Y por aquellos andurriales, también, se fraguaban anhelos de transformación.
    A Nazaret, aunque fuera un pueblo pequeño y aislado, también llegaban estas inquietudes. María quizá nunca bajó a la capital, a Cafarnaún, pero seguro que le llegaban los anhelos, las preocupaciones, las ideas que circulaban. y ella, como mucha otra gente, vivía esta situación desde un profundo convencimiento: el convencimiento de que Dios no abandonaría a su pueblo. Ella sentía, como otra mucha gente, el dolor por el mal y la tristeza que envolvía la vida de todo su pueblo. Ella experimentaba la necesidad de que las cosas cambiaran, que se encendiera una luz capaz de iluminar tanta tiniebla. Ella veía que las cosas tenían que ser diferentes, muy diferentes. Y ella estaba convencida de que Dios también quería que las cosas fueran distintas y creía firmemente que Dios mismo actuaría y haría presente su amor.
     Y Dios actuó. Dios fijó su mirada en aquel pueblo de Galilea y le habló a ella, a aquella muchacha humilde, normal, llena de fe y de esperanza.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.



 DÍA 3 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
    Allí en Nazaret, en casa de María, resuenan unas palabras intensas, maravillosas. Son el mensaje de Dios, el mensaje personal de Dios: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
    La llamada de Dios a María, la salutación amorosa de Dios a María, es la llamada más grande que Dios haya hecho nunca. Pero es la misma llamada que nos hace a cada uno de nosotros, a cada hombre y a cada mujer que esté abierto a mirar más allá, que no viva pegado a los intereses mezquinos de cada día. y el mensaje prosigue: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo , el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre; reinará sobre la casa de Iacob para siempre y su reino no tendrá fin».
    Ante el amor inagotable, inmenso del Dios que viene a compartir nuestra vida, no podemos hacer más que sentir

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 4 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Dios se ha fijado en María, que, en Nazaret, vivía la esperanza de una vida diferente, la confianza en Dios que no abandona a los hombres. Dios ha escogido a María para llevar a cabo su salvación. Dios la llama, anuncia que por ella vendrá al mundo un niño, Jesús, que será e! Hijo de Dios: Dios mismo hecho hombre. María será la madre de aquel que es la Luz, la Vida, la Gracia, la Fuerza, la Esperanza para la humanidad.
     Este será e! gran misterio de! amor de Dios. Todo es obra suya, todo será obra suya.
     Y así actuará Dios en María. Jesús, el niño que nacerá de ella, será pura obra del amor de Dios. Dice e! Evangelio: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Todo será obra de Dios: e! niño que nacerá será fruto de la fuerza del Espíritu de Dios.
    Y María acepta. María está dispuesta a que Dios actúe en ella. María acepta que el Espíritu de Dios la fecunde. María es aquí, de una manera muy especial,
la imagen de todo creyente: porque todo creyente es llamado a aceptar que Dios actúe en él; todo creyente debe estar dispuesto a que el Espíritu de Dios
lo fecunde. Porque únicamente de este modo del creyente nacerá Vida.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.



DÍA 5 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
    María responde a la llamada sorprendente e inesperada de Dios con actitud de plena aceptación: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». No, no es una respuesta de sumisión servil. No. María acepta lo que Dios le propone, y está dispuesta a seguir este camino hasta el final, porque ha comprendido cuál será su papel en la obra de Dios, y ha experimentado profundamente en su alma que realmente valía la pena responder, poniendo en juego todas las potencias del cuerpo y del espíritu, a las llamadas que Dios hace. Ciertamente que no podía tener demasiado claro -o nada claro- por qué derroteros la llevaría todo aquello. Pero ve que aquel es el camino de Dios, y se dispone a responder con toda su alma.
    María es, así, modelo para el creyente. Y a su lado, hay otro modelo de esta misma aceptación. José. El evangelio de Mateo nos explica que José descubre un día que María está embarazada. José queda terriblemente desconcertado: nunca habría podido esperar una cosa así; no sabe de dónde puede venir aquel hijo; no sabe qué tiene que hacer. En aquella civilización, la habría podido denunciar y seguramente María habría acabado sus días lapidada. Pero José no podía cometer un disparate semejante: José era un hombre bueno, ¡y amaba a María! Tanto María como José vivían abiertos a Dios, atentos a las llamadas de Dios. Su fe, su esperanza, su confianza, eran fuertes y vivas. Y por eso, cuando llegó el momento, fueron capaces de comprender lo que Dios les pedía y dijeron sí a su llamada. Y Dios vino a morar entre nosotros.
     Nuestra apertura a Dios, nuestra atención a sus llamadas, nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra confianza, abren el camino de Dios en nuestras vidas y en la vida del mundo.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia, el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que alabemos el nombre de Dios en todas las cosas. Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer, fomentando el bien, la justicia y la caridad. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.




DÍA 6 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     María, la escogida de Dios. María, la Madre de Dios. Y María, una vez ha recibido aquel anuncio que le trastocaba la vida, una vez ha recibido aquel anuncio que la colocaba en un lugar decisivo de la historia de la salvación de Dios, no se queda parada.
     El ángel le había dicho: «Mira, también tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
     Ciertamente, María no podía hacer nada mejor, ni enseñamos nada mejor en aquellas primeras semanas de la espera del nacimiento de Jesús. No podía hacer nada mejor, ni enseñamos nada mejor, que eso: sentir unas ganas locas de compartir la alegría de su prima, y estar dispuesta a ayudarla en lo que fuera necesario. Seguramente que alguien de su pueblo le diría que era irreflexivo y peligroso embarcarse en aquel largo camino en los comienzos de su embarazo. Pero María sentía, sabía, que tenía que hacerla.
     Ciertamente, aquella era la mejor manera de preparar el nacimiento del Hijo de Dios. Porque aquel Hijo de Dios que aún tenía que nacer, con el tiempo enseñaría precisamente esto: a tener el propio corazón muy cerca del corazón de los demás, y a no pasar de largo nunca por el otro lado del camino cuando hay alguien que necesita ayuda.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 7 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Cuando María entra en casa de su prima Isabel, todo se convierte en un estallido de alabanzas.
     "En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Isabel quedó llena de Espíritu Santo y dijo a voz en grito: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
     «¡Dichosa tú, que has creído!, proclama Isabel. Y esta bienaventuranza resume todas las actitudes de María, todos sus hechos, todas sus palabras, toda su vida. Porque María es nuestra hermana mayor en la fe, la hermana mayor de todos los creyentes. María es la primera cristiana.
    ¿Qué significó, para María, creer? Significó, por encima de todo vivir con los ojos abiertos y el corazón atento a la vida, a lo que ocurría a su alrededor. Significó no estar encerrada en sí misma, como si todo se acabará en lo que ella vivía y como si las únicas preocupaciones importantes fueran las suyas. Significó vivir con los ojos abiertos y darse cuenta de que no podía sentirse satisfecha de su vida ni de la vida que corría a su alrededor. Porque había demasiado dolor, demasiado mal, demasiada injusticia, demasiada debilidad. En ella y en los demás.
     Y por eso, cuando Dios le pidió que fuera la madre del salvador, lo único que tuvo que hacer fue llevar su confianza hasta el final.Y aceptó firmemente sostenida en esta confianza, y caminó por el sendero de Dios. Y Dios llevó a término su obra de vida.
     ¡Dichoso el que cree como María creyó! Porque caminará por el sendero de Dios y Dios llevará a término su obra de vida.
CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.
DÍA 8 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Las historias antiguas de Israel, las palabras estimulantes de los profetas, las plegarias llenas de vida de los salmos, formaban parte de la existencia más profunda de todos los buenos israelitas, de todos aquellos que vivían la confianza y la esperanza en  Dios. Formaban parte de la existencia más profunda de María y José, de Isabel y de Zacarías, de todos los personajes que acogerán el nacimiento de Jesús.
     Así hablaba el profeta Sofonías: «¡Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel! Alégrate y gózate de todo corazón. El Señor ha expulsado a tus enemigos. El Señor está en medio de ti; y ya no temerás. No temas, Jerusalén, no desfallezcan tus manos. El Señor, en medio de ti, se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de gran fiesta».
     Sofonías hablaba al pueblo asediado y aterrorizado, atemorizado porque las murallas de Jerusalén estaban a punto de ceder ante las armas de los reyes vecinos, y les dice que no teman, porque el Señor está allí, dentro de la ciudad, con ellos.
     Pero ahora nosotros, contemplando a María que lleva en su interior a Jesús, el Señor, ¿no sentimos que estas palabras del profeta son como un anuncio lejano de la salvación plena, de la venida definitiva? María es como Jerusalén, que lleva en su interior al Señor. Y María nos representa a todos nosotros, la comunidad de los creyentes, y la humanidad entera, que lleva en su interior al Señor.
    ¡Ahora sí se han cumplido aquellas palabras de Sofonías! Ahora sí que el Señor está aquí, en el seno de María, en el seno de la Iglesia, en el seno de la humanidad. Ahora sí que podemos decir: «[No temas, no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, en medio de ti, se complace en ti y te arna!»

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 9 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     María, la elegida de Dios, la amada de Dios. Dios la miró con ojos de ternura, y volcó sobre ella todo su corazón. Y María también contemplaba a Dios con ojos tiernos, y correspondía al amor.
     Seguro que entre Dios y ella había esta relación intensa, viva, cercana, que sólo
puede expresarse con la mirada que sale de lo profundo del alma y con la fuerza de la
vida que crece con toda la potencia en la primavera.
     Y María siente esta proximidad, esta llamada, esta atracción. Se siente seducida, y la vive con toda la intensidad. Vive pendiente del amor que Dios le manifiesta. Por eso dice: «¡La voz de mi amado!». Está atenta a su voz, vive pendiente de ella, y lo comunica, quiere que todo el mundo lo sepa. Para ella, su vida es su Dios.
     No, todo esto no son palabras raras, ni maravillas exóticas que les ocurren a personas excepcionales. Si María vivió la proximidad de Dios, el amor de Dios, la ternura de Dios, con esta intensidad de enamorada, es porque estaba dispuesta a dejarse enamorar, a dejarse seducir. No temía que Dios fuera realmente el centro de su vida. Y por eso nosotros la proclamamos dichosa.
     Pero es que Dios mira a cada creyente, a cada hombre y a cada mujer, con los mismos ojos de ternura. Y espera que nosotros le devolvamos la misma mirada.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 10 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
    «Sucedió que por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando
hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino
gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta».
     Llega el momento decisivo.
     José era «de la casa y familia de David», de la dinastía gloriosa del gran rey de Israel, y por eso habían tenido que ir a empadronarse a Belén, la ciudad de David. Pero poco había quedado de la antigua grandeza del rey. José era un carpintero de pueblo, que no es que fuera mal trabajo, pero sí desde luego poco adecuado para un descendiente real. Y ahora están allí, en el establo, cuidando tan bien como saben, los dos, a la criatura que acaba de nacer. Es cierto que en aquella época, en que no se conocían las clínicas maternales, nacer en aquellas condiciones no era ciertamente la tragedia que supondría ahora. ¡Pero no era tampoco ningún signo de buena posición social!
     Y allí, en un establo, con todo el amor de María, con todo el amor de José, nace Jesús: ¡Dios se hace hombre!
     Dios escoge, para nacer, dos cosas. Un lugar pobre, en condiciones precarias, sin ni siquiera la seguridad que proporciona la propia casa y el propio pueblo. Y mucho
amor: el amor con que lo esperaba María, el amor con que lo cuidaba José, y el amor
que María y José se tenían mutuamente y sin el cual aquella aventura habría sido imposible.
CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 11 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     En mitad de la noche brilla una luz.
     De María, la muchacha de Nazaret, ha nacido un niño que es Dios con nosotros. Ha nacido en Belén, por culpa del emperador romano que ha ordenado hacer un censo y todo el mundo ha tenido que trasladarse a su población de origen. El niño ha nacido en un establo, porque no había sitio en la posada. Allí le ha acompañado lo único que necesitaba: el amor de María, el amor de José. La tradición, muy inteligente, dice que le acompañó también el aliento cálido del buey y la mula, que miraban la escena con cara de no saber qué estaba pasando.
     Aquel recién nacido que María acuna en sus brazos, aquel Jesús que ha tenido que
nacer en un establo, es, por encima de todo, una gran alegría. Una gran alegría porque
comienza un camino nuevo para los hombres; una gran alegría porque hay una luz
hacia la cual mirar, cualquiera que sea la oscuridad que nos rodee; una gran alegría
porque esta nuestra débil condición humana, Dios la ha hecho suya.
     Aquí, en la noche de Belén, en los brazos de María, hemos conocido la gloria de Dios. Y la gloria de Dios es este niño que nace así, tan débil. Y por eso, la gloria de
Dios es la paz y la vida y la gracia para los hombres. Porque él nos ama con una amor inmenso.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.



DÍA 12 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Después de recibir aquel anuncio inesperado que les llenó de una alegría tan indecible, los pastores hicieron lo único que podían hacer. Explica el evangelio: "Los pastores se decían unos a otros: Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor».
     Y salen aprisa, hacia el establo donde Dios se había hecho presente con unas señales que nadie osaría decir que son los signos de Dios: "Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Nadie osaría decir que fueran éstas las señales de Dios. Pero resulta que son los únicos signos que tiene Dios, los únicos signos que Dios ha dejado.
     Y María se queda allí, en el establo, cuidando a su hijo. María ya hace muchos días, ya hace muchas semanas, que tiene los ojos y el alma muy abiertos. Siempre los había tenido, pero desde que se sintió la llamada por el amor de Dios los tiene mucho más. Y va dejando que penetre en su interior todo lo que le sucede y todo lo que sucede a su alrededor, y lo convierte en vida interior, en oración, en memoria llena de fe y agradecimiento, en relación intensa con el Dios que la ama a ella, y que ama a los pobres, y que ama a todo el mundo.
     "Y María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, explica el evangelio. Esta es quizá la actitud más profunda de la Virgen. Vivido todo de verdad, estar atenta a todo, dejar que todo penetre de verdad en su corazón. Y meditado, y saber reconocer en todo ello la mano amorosa de Dios que actúa, y llenarse de la paz que viene de Dios, y sentirse llamada a continuar el camino que Dios va mostrando, y agradecer, y pedir, y alabar, y esperar, y amar.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.




DÍA 13 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Cuarenta días después del nacimiento de Jesús, sus padres,]osé y María, lo llevan al templo. Es la Ley de Israel. José y María llevan al niño al templo, y hacen la ofrenda prescrita para los primogénitos: un par de tórtolas o dos pichones.
     Es un anciano, Simeón, que se pasaba los días en el templo, quien anuncia lo que aquella entrada significa: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
     El anciano Simeón, en el templo, después de las alabanzas, anuncia muy claro que ésta será la manera como se manifestará la luz para todos los hombres. Y lo
dice directamente a María, y le señala que ella misma compartirá la tristeza del amor rechazado, mal visto, crucificado: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.



DÍA 14 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Desde el comienzo, ¡cuán difícil es nuestra historia humana' Desde el comienzo,
Dios quería que compartiésemos su proyecto de amor, y los hombres nos hemos vuelto de espaldas a él. Hemos preferido nuestros pequeños intereses, nuestras pequeñas comodidades, nuestras ganas de afirmarnos ante los demás, nuestros individualismos.
     Dios no nos ha dejado nunca de su mano. Dios ha querido siempre acercarse a los
hombres. Y ha actuado en nuestra historia. Y muchos hombres han sido capaces de
responder a Dios. Abrahám, con su robusta fidelidad, es el primer modelo de esta respuesta.
     Allí en Belén tiene lugar este momento definitivo del amor de Dios, que es a la vez momento definitivo de la historia humana. Allí, de María, nace el Hijo de Dios, San Pablo, en su carta a los cristianos de Galacia, lo expresa así: «Cuando el tiempo llegó a su plenitud, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para que obtuviéramos ya la condición de hijos».
     Nacido de una mujer. De aquella mujer de Nazaret que se llamaba María. Por ella,
por María, Dios entronca con la raza de los hombres, con nuestra raza. Dios tiene, por
María, nuestra misma carne y nuestra misma sangre. Y nosotros tenemos la misma carne y la misma sangre de Dios.
      Por aquella mujer, María, Dios ha entrado en nuestra historia y nosotros hemos entrado en la vida de Dios. Somos hijos de Dios, somos hermanos de Jesús, tenemos su mismo Espíritu, somos herederos de su Reino.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 15 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     «Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos
que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
     ¿Qué quiere decirnos Mateo con esta narración? Nos quiere hacer caer en la cuenta que Jesús, el niño nacido en Belén, es como una estrella luminosa capaz de guiar a todo hombre y a toda mujer de este mundo, sean de donde sean y piensen como piensen.
     Aquellos magos hicieron el largo camino siguiendo la luz. Y cuando ven la estrella en el lugar donde está Jesús, dice el evangelio, «se llenaron de inmensa alegría». Y es que encontrar a Jesús siempre produce una alegría inmensa. Una alegría inmensa.
     Y entonces, dice el evangelio «entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron».
     El niño está con María. ¿Con quién iba a estar? Y es María quien da aquel niño para que aquellos personajes extraños se arrodillen ante él y le reconozcan como la luz capaz de iluminarlos por siempre. Es María quien da a su hijo al mundo para que sea luz para todo el mundo.
     Y nos invita a nosotros a hacer como ella. A vivir de tal manera que mostremos a
Jesús como luz para todos los hombres. A vivir de tal manera que no seamos obstáculo que esconda la luz de Jesús.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.



DÍA 16 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     Herodes tenía miedo de aquel niño, Jesús, el hijo de María. Los magos le habían
hablado de un rey de los judíos que acababa de nacer, y él comenzaba a temer por su
poder. Era un gobernante despótico, puesto allí por los romanos, y hacía cuanto le
venía en gana, sin ningún escrúpulo. No le importaba matar a quien fuera o robar lo
que fuera: era el dueño de todo, personas y cosas, y nada tenía ningún valor a sus ojos.
     Herodes, atemorizado ante aquel posible competidor, empieza a moverse para eliminarlo como sea. La familia de Jesús tiene que huir: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle».
     Sí, desde el comienzo la vida de Jesús estará marcada por la opresión y el mal que los hombres somos capaces de producir. El, con María y José, será solidario desde el comienzo con todos los que llevan en su rostro el estigma de la opresión y la injusticia. El, con María y José, hará suyos los dolores y las esclavitudes de todo tipo que sufren los hombres.
     Y después, cuando Herodes haya muerto y José, María y Jesús puedan volver de
Egipto, aquel retorno será como un signo de que las opresiones, las injusticias, los
dolores, las esclavitudes, tienen que ser vencidas. Porque Dios quiere que lo sean.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 17 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
    Jesús pasó muchos años en Nazaret, con José y María, creciendo como los demás
niños de su edad, jugando, aprendiendo a trabajar, aprendiendo a vivir.
     De María, Lucas nos ha repetido esta frase que a él le gusta tanto: «Su madre conservaba todo esto en su corazón». Sí, a María le debía hacer mucha ilusión ver como su hijo crecía, y se hacía fuerte e iba llenándose de sabiduría. Y le debía hacer mucha ilusión ver como la gracia de Dios estaba sobre él, como Dios era para él alguien muy cercano, una comunión de vida que se trasparentaba a cada paso.
    Le debía hacer ilusión, a María, ver también como Jesús aprendía a vivir ya convivir. Allí en casa, María le debía haber enseñado muchas cosas. Cosas que van formando a la persona, cosas que permiten vivir en el mundo. Desde la infancia, cuando aprendía a caminar, hasta de mayor, cuando aprendía aquella sabiduría que está hecha de muchos pequeños aprendizajes. La vida de aquella época era muy diferente a la nuestra. Pero la tarea de una madre era tan fundamental entonces como ahora.
    Y finalmente, a María le debía hacer mucha ilusión, una enorme ilusión, ver cómo
Jesús vivía la proximidad de Dios. Lucas lo dice así: «La gracia de Dios lo acompañaba». Y Jesús crecía cercano a Dios, e iba abriendo los ojos a su misión, y experimentaba la fuerza del Padre que le había enviado, y la vida del Espíritu que estaba en él. Hasta aquel día en que dejó la casa y el pueblo y se fue al jordán, donde bautizaba aquel predicador sorprendente que se llamaba Juan Bautista. Y en el Iordán se oyó la voz del Padre: «Eres mi Hijo, mi amado, mi preferido».

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 18 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en tí.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Eran épocas difíciles, y el reino de Judá corría peligro. Estamos a unos siglos del
nacimiento de Jesús. Las tropas de los reinos vecinos se acercaban peligrosamente a las fronteras, y la misma ciudad de Jerusalén podía caer en sus manos. El profeta Isaías, no obstante, habla con convicción y dice al rey que no tema, porque Dios se compromete a sostener a su pueblo y mantener aquel reino gobernado por la dinastía de David.
      Sí, la doncella que ha de tener un hijo es María, y el hijo que será el Emmanuel es
Jesús. María es quien verdaderamente trae al mundo a aquél que es el Dios que se hace presente en nuestra vida para vivirla como nosotros la vivimos y para poner en ella el amor que sólo Dios es capaz de poner.
      Cuando María, al cabo de los treinta largos años de Nazaret, ve que Jesús deja la casa, el trabajo y el pueblo, y va hacia el Jordán con Juan el Bautista, ve la realización de aquel anuncio.
      Porque Jesús será Dios con nosotros cuando anunciará el Reino de Dios, cuando
curará enfermos, cuando levantará ánimos abatidos, cuando llamará a cambiar el modo de vivir, cuando combatirá la hipocresía, la mentira y el afán de riqueza y de poder, cuando se colocará a favor de los débiles, cuando contagiará una infinita confianza en el amor del Padre, cuando morirá en la cruz por fidelidad al Reino, cuando resucitará y llenará el mundo de vida.
     Este será el Emmanuel, el Dios con nosotros. El hijo de aquella doncella que Isaías había anunciado, aquella doncella de Nazaret que se llama María.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

  
DÍA 19 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Caná de Galilea estaba a unos ocho kilómetros de Nazaret. Dos pueblos vecinos,
con las rivalidades típicas de estos casos, pero también con mucha relación. No es
extraño, pues, que la familia de Jesús tuviera buena amistad con gente de Caná y que un día de una boda fueran invitados.
      Da gozo ver a María y a Jesús y a los discípulos en una fiesta de bodas, olvidando
preocupaciones, dejándose llevar por la alegría nada complicada que da el comer y
beber juntos, viviendo la felicidad de encontrarse reunidos gente conocida, y compartiendo la celebración del amor de una pareja.
      María, allí, feliz en aquella fiesta y preocupada porque la fiesta vaya bien, nos enseña algo que vale la pena que hagamos nuestro. Y es que la alegría de Dios, el gozo de Dios, la vida de Dios, está también hecha de las pequeñas alegrías de cada día, del gozo de encontrarse un grupo de amigos y salir de fiesta, de la vida que se crea cuando una pareja se dice su amor, de la felicidad de romper de vez en
cuando preocupaciones y angustias y dejarse llevar por el gusto de las cosas. Y María nos enseña, a la vez, a valorar la alegría de los demás, y a sentirnos contentos cuando los demás lo están.
      Da gozo, ver allí a María, feliz en aquella fiesta y atenta para que todo vaya bien.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 20 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      La oración da siempre un corazón puro y un corazón puro es capaz de ver a Dios. Ver a Dios significa amarle.
      Pidamos a María que nos ayude a conservar un corazón puro, para poder amar a
Dios como Él nos ama, y amar a Jesucristo, su hijo, con ternura.
      Pero ¿cómo amamos?
      Los pobres, los hambrientos, los que carecen de vestidos y de techo son personas
admirables. Les debemos extrema gratitud porque nos proporcionan la ocasión de
amar a Dios a través de ellos.
      Recientemente, en Calcuta, carecíamos de azúcar para los niños que tenemos allí
acogidos. Un pequeño hindú de cuatro años entró entonces en su casa y dijo a sus
padres: «No comeré azúcar durante tres días, daré a Madre Teresa el azúcar que me
corresponde». Ese pequeño amó con un amor grande, amó hasta sufrir por esa causa.
      Un atardecer, un hombre vino a nuestra casa para hablarnos de una familia con
ocho hijos que no tenían nada que comer desde hacía varios días. Tomé un poco de
arroz y fui a visitarles. La madre tomó entonces el arroz que les llevaba, lo dividió en
dos partes y salió con la mitad. Cuando regresó, le pregunté: «¿Adónde ha ido usted?,
¿qué ha hecho?» Me contestó: «También ellos tienen hambre». Se refería a unos vecinos igualmente hambrientos. No me extrañó mucho que hubiera dado la mitad de su arroz.
      Os ruego que recéis por los pobres, en particular por los leprosos de los que nos
ocupamos, y por todos los que viven aislados, repelidos, rechazados, olvidados.
      Empecemos por amar al prójimo que tenemos más cerca. Así se cumple el deseo de Dios que espera que seamos portadores de su amor y de su compasión.
CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.
DÍA 21 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Es bueno para nosotros no permanecer apegados a un solo lugar, sino estar dispuestos a recorrer el mundo si hiciera falta. La diligencia es la prueba de un verdadero amor a Dios. El entusiasmo es el signo de todo amor. Y el signo del entusiasmo es la capacidad de dar la propia vida por los demás. No podemos dejar de arder en amor por los demás.
      Sabemos que cuando Jesús vino al mundo, María, su madre, le recibió para apresurarse a darlo a los demás. ¿Qué deseaba ella? Transmitir el gozo que experimentaba.
      He aquí uno de los más hermosos momentos de la existencia de María: habiendo
entrado Jesús en su vida, partió apresurada, diligentemente, hacia la región montañosa, hacia la ciudad de su prima Isabel. Quería dar a Jesús a Isabel y al niño que ésta estaba esperando. Leemos en el evangelio que el hijo de Isabel saltó de gozo en su seno, en ese primer encuentro con Cristo.
      Hemos sido creados para llevar la alegría y la reconciliación en el mundo, para
poder amar a los demás y amar a Dios.
      Sea María la fuente de nuestro gozo. Que cada uno de nosotros sea Jesús para ella. Nadie aprendió mejor la humildad que María. Ella era la esclava. La alegría era la fuerza de la Virgen. Solamente la alegría, el gozo, podía darle fuerza suficiente para apresurarse a ir hacia las montañas de Judea para hacer allí un trabajo de criada. Ser esclava, estar al servicio de los otros, con alegría.
      También nosotros hemos de apresuramos a superar las asperezas de las dificultades, para estar alegremente al servicio de los demás.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 22 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Yendo de aquí para allá, en Galilea, en toda Palestina. Jesús ha hecho llegar a todo el mundo la Buena Noticia de Dios. Ha anunciado vida, amor, confianza. Ha curado enfermos, ha levantado los ánimos decaídos, ha transformado conciencias. Se ha enfrentado a las injusticias, se ha colocado a favor de los débiles, ha dicho que Dios amaba a los pobres y rechazaba a los ricos. Y ha luchado para que todos comprendieran que este Dios era el Dios de bondad, el Dios que está cerca de cada hombre concreto, el Dios Padre.
      Pero lo han detenido, torturado, escarnecido. Y ahora parece que todo se ha acabado.
      ¿Qué hace allí, al pie de la cruz, la madre de Jesús, María? Hace sobre todo de madre. Es lo mismo que ha hecho desde el primer día que se sintió escogida por Dios para traer al mundo el Salvador. Para María, hacer de madre quiere decir sentirse profundamente identificada con las ilusiones y los sufrimientos de su hijo, cuidarlo cuando era la ocasión, aceptarlo cuando no acababa de entenderlo, acompañarlo cuando era necesario, vivir profundamente la Buena Noticia que él anunciaba, sentir tristeza por quienes la rechazaban. Y ahora, estar aquí, al pie de la cruz, cuando el hijo muere.
      Ahora se está cumpliendo lo que Simeón había dicho cuando Jesús sólo tenía
cuarenta días: «Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Y aquí está María, haciendo de madre al pie de la cruz.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 23 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Mirando la cruz de Jesús, al pie de la cruz de Jesús, se ve, con toda su cruel dureza, la fuerza del pecado en el mundo.
      Sí, Jesús ha vivido esta vida con las únicas armas del amor, y ha chocado con la
fuerza del mal y del pecado. El mal y el pecado siempre tiene más fuerza que el amor,
porque no tiene escrúpulos, no se detiene ante nada, no tiene ninguna barrera que le
pueda frenar. Y el amor le molesta, el amor lo desenmascara, el amor, lo cuestiona. Por eso Jesús topó con él, por eso Jesús fue destruido.
     Y ahora, en la cruz, se cumple este anuncio. Sí, Jesús muere destrozado por el mal y el pecado, pero muere habiendo vivido la vida humana como un acto total, lleno, de
amor. Un hombre que ha amado sin ceder nunca ante la serpiente, sin ceder nunca
ante el egoísmo y el pecado. Y éste es el triunfo. El proyecto de hombre que Dios quería se ha realizado: un hombre concreto, Jesús de Nazaret, lo ha llevado a cabo.
     Y allá, al pie de la cruz, está la otra mujer. Hija de la misma estirpe que Eva y Adán, ella trae al mundo a aquel que ha atacado la cabeza de la serpiente y no ha podido ser atacado por ella. Por aquella mujer, María, se ha abierto la puerta de la salvación, de la liberación del pecado que oprimía la historia humana.
      En la cruz se cumple aquel anuncio. La estirpe de la serpiente y la estirpe de la mujer se han enfrentado, y se ha realizado la victoria del amor de Dios.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 24 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
     En el rostro de Jesús clavado en cruz se reflejan los rostros de todos los crucificados de la historia, de todos los que han sufrido por causa de! mal que llena nuestro mundo, por causa de la maldad que llena nuestro corazón humano. Desde el primero, Abel, muerto por la envidia irracional e inútil de su hermano Caín, hasta el último de todos, hasta el que hoy, en esta hora, muere o sufre en cualquier lugar del mundo por la dureza de corazón de cada uno de nosotros. El que muere o sufre por la envidia o el afán de poder de otro hombre, o el que muere o sufre por su fe o su lucha por la justicia, o el que muere o sufre porque la riqueza y las posibilidades de llevar una vida digna están inmensamente mal repartidas. Todos estos rostros doloridos se reflejan allí en el Calvario, en el rostro de Jesús, que agoniza en la cruz.
     Y allí, al pie de la cruz, está María, su madre. María mira el rostro torturado, desfigurado, de su hijo, y recuerda. Recuerda como Jesús precisamente, había dedicado su vida entera a transmitir a los hombres que Dios quería un mundo en el que desapareciera por siempre la dureza de corazón.
      María mira el rostro desfigurado de su hijo, y cree. Mira e! rostro desfigurado de su hijo, y recuerda el anuncio de aquel Reino que es vida para los pobres y los débiles y para todos aquellos que se saben necesitados de esperanzas, y cree. No, no sabe qué
pasará, todo está demasiado oscuro, todo es demasiado doloroso, pero cree. Y ella, y su hermana, y María Magdalena, y la otra María, y el discípulo amado que también está allí al pie de la cruz comparten la llama de la fe y la esperanza. Sí, todo e! amor que Jesús ha derramado a lo largo de su vida, tiene que dar fruto. Su entrega hasta la muerte tiene que dar fruto.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 25 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de
Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu  madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa».
     Allí, muriendo en la cruz, mientras se desangra y se asfixia, hace una gran signo de todo lo que él quiere: el signo más lleno de ternura, el signo que toca más el corazón. El quiere que sus discípulos vivan lo que él ha vivido, sea lo que él ha sido. Y allí en la cruz, a aquel discípulo amado que los representa a todos, le dice, mirando a María: «Aquí tienes a tu madre».
      Jesús no podía hacer un signo más claro que éste. Diciéndole al discípulo: «Aquí
tienes a tu madre», le está diciendo: «Desde ahora tú eres yo y yo soy tú. No hay nada
más humano, más decisivamente humano, que aquel momento en que un niño nace al
mundo. Y es la madre la que lo hace posible, la que realiza este momento más decisivo de la vida humana. La que a mí me hizo hombre, yo te la doy. Porque ahora tú eres yo y yo soy tú».
      María, madre de los discípulos, madre de los creyentes, es un gran
signo. Mirándola a ella vemos, sentimos, vivimos, como continúa en
nosotros la fuerza, la gracia, el amor, la vida, la salvación de Jesús. Y el
amor que desde aquel momento trágico de la cruz se debía establecer entre el discípulo y María es nuestro mismo amor.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

DÍA 26 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.
 SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Allí, al pie de la cruz, María, y las demás mujeres, y el discípulo aquel que las acompañaba, habían vivido la tragedia de la muerte de aquel que tanto habían amado. Habían visto su agonía, habían escuchado su último grito, habían acompañado a aquellos fieles clandestinos José de Arimatea y Nicodemo cuando lo descolgaban de la cruz y lo enterraban en un sepulcro nuevo que había allí cerca. Lo habían vivido con el mayor dolor, pero la llama no se había apagado. Porque Dios no podía dejar que tanto amor quedara sepultado por siempre. Porque Dios, el amor de Dios que Jesús había vivido sin desfallecer, no podía quedar derrotado por el mal y el pecado del mundo.
      Y al cabo de unos días, aquella llama ya se había convertido en un fuego imparable. Primero ha sido María Magdalena y las demás mujeres, después Pedro, después, poco a poco, todos. Sí, Jesús vive, Jesús ha vencido a la muerte, Jesús ha abierto un camino nuevo en medio de la historia de los hombres. Dios ha mostrado que el camino de Jesús era el único camino, que el amor de Jesús era la única manera de vivir que valía realmente la pena. Jesús, el amor de Jesús, muestra la manera de vivir de Dios, la manera de vivir que une con Dios. Y su cruz, el fracaso del Calvario, era la señal de la vida, la única vida verdadera.
      Sí, aquella historia que comenzó en Belén ahora se ha mostrado con toda su fuerza. Ahora, todo el que quiera, todo el que tenga ganas de tener abierto el corazón, puede comprender cuál es el proyecto de Dios y unirse a él, hacerla suyo para tener vida. María, que ha seguido aquel camino en su totalidad, que ha experimentado sus alegrías y ha sentido profundamente sus dolores, y que se ha encontrado más de una vez desconcertada y sin saber qué estaba ocurriendo, ahora vive el gozo pleno que Dios manifiesta en Jesús. Ella, que ha traído al Hijo de Dios al mundo, ahora será testimonio fiel de la Buena Noticia de su resurrección.
CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 27 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Después de ver como Jesús había sido llevado al cielo, los apóstoles «se volvieron a Jerusalén desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos».
      Mientras tanto, oran. Oran juntos, reafirman la comunión profunda entre ellos y
Dios el Padre. Saben que el amor de Dios les ha llenado y les llenará aún más, y quieren vivirlo con toda la intensidad. Por eso oran: alaban a Dios, le dan gracias, le piden que los acompañe siempre; y recuerdan una y otra vez las palabras de Jesús, los hechos de Jesús, la vida entera de Jesús.
      No podía faltar, allí, María. Cuando Jesús clavado en la cruz le decía al discípulo
amado: «Aquí tienes a tu madre», hacía de ella un signo, un punto de referencia para los creyentes. María, unida con Jesús por los lazos de la sangre y de la fe, ahora quedaba unida con la fuerza de estos mismos lazos con todos aquellos que querrían vivir la Buena Noticia que él había inaugurado. María se convertía en un signo recio para toda la comunidad de los seguidores de Jesús. Un signo que quería decir que el seguimiento de Jesús no era sólo algo del cerebro o de la voluntad: no era sólo algo que pensamos con la cabeza o algo que nos proponemos hacer. Sino algo que llenaba toda la persona, que abarcaba el corazón y e! alma, el cuerpo y el espíritu, todo lo que somos. Seguir a Jesús quiere decir unirse tanto a él que podamos llegar a decir que María es también nuestra madre: en la sangre y en la fe.

CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 28 DE MAYO
CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.
SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.
MEDITACIÓN:
      El Nuevo Testamento no nos dice nada de lo que hizo la Virgen después de Pentecostés. La hemos visto allí, en Jerusalén, con los discípulos, esperando la venida del Espíritu Santo. Después, ya nada más sabemos de ella.
      Escuchar como el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra qué hacía y cómo vivía aquella primera comunidad, nos deja sorprendidos y nos hace pensar que nosotros estamos muy lejos de la fe y el empuje de aquellos primeros creyentes.
      Dicen los Hechos de los Apóstoles: «Los hermanos eran constantes en escuchar la
enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían. Los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando».
      Este es el ideal de vida que ponían en práctica aquellos primeros cristianos. ¿Y
María? ¿Qué hacía María? Seguro que también estaba allí, participando de la vida de
aquella primera comunidad. Ella, fiel discípula de Jesús, se reunía con los demás discípulos y con ellos vivía aquel ideal de vida nueva que entre todos se esforzaban por construir. Querían ser en medio del mundo un signo del Reino de Dios. Y querían serlo teniendo muy cercana la Palabra de Jesús y el Alimento de vida que él mismo les había dejado. Y así podían hacer realidad aquel espíritu de fraternidad que les unía y que hacía que incluso se sintieran llamados a poner las cosas en común. Y así todos los que querían notaban que valía la pena el camino del Evangelio.
      María vivió y nos llama a vivir aquel camino que inauguró la primera comunidad
cristiana.
CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.
DÍA 29 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      ¿Y ahora, cuando Jesús ya no está en esta tierra, cuando empieza el camino de la
Iglesia, cuando todo está en manos de los discípulos de Jesús, cuando la obra de anuncio de la Buena Noticia se está haciendo realidad por todas las tierras del imperio ¿Qué hace, ahora, María?
      Sí, ahora también, ahora de una manera especial, María medita toda aquella larga y apasionante aventura en su corazón. ¡Desde el inicio, desde aquellos primeros momentos en Nazaret y en Belén, cuántas cosas han ocurrido! ¡Cuántos recuerdos lleva en su corazón para ir desgranándolos día a día, para ir comprendiendo cada día un poco más! Son las maravillas de Dios, que ella ha vivido como nadie, desde primera línea.
      María medita también sobre ella misma, sobre lo que le ha sucedido. Siglos después, la liturgia de la Iglesia encontró, en diversos lugares del Antiguo Testamento, textos en los que vio como figuras de lo que había ocurrido con María. Quizá María misma también los meditaba, pues al fin y al cabo son textos que pueden reflejar la vida y la experiencia de todo creyente.
     Sí, María podía meditar estas palabras. Eran su vida. Su camino había sido muy extraño, lleno de angustias. Pero Dios la había mirado, Dios había amado su belleza. Y ella había aceptado la llamada. No podía haber hallado nada mejor. Y en el fondo de su corazón, puesta ante Dios, había podido hacer muy suya la continuación del salmo: «Póstrate ante él, que él es tu señor». Ella le había ofrecido el homenaje de su fidelidad. Porque ¿qué puede haber mejor que postrarse ante el Dios que queda fascinado por la belleza de aquella creyente fiel que fue María? Y la vida de María, recordémoslo siempre, es modelo para todo creyente.
CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.


DÍA 30 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.

SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      El camino de María acaba allí donde está su hijo Jesús, en la vida eterna de Dios. Y es luz para todos nosotros, señal del lugar al que estamos llamados a llegar.
      El camino de la fidelidad a Jesús,  el camino del seguimiento de! Evangelio, el camino de la apertura atenta y dispuesta a las llamadas de Dios, ha llevado a María a
compartir ya por siempre aquella vida que es el término final hacia el cual nos encaminamos todos nosotros, y hacia donde camina, muchas veces sin saberlo, todo
hombre y toda mujer que haya descubierto en el amor el verdadero sentido de su vida.
      Por este camino anduvo María, por este camino queremos andar nosotros. Pero no es ningún mérito nuestro que llevemos en nuestro interior este anhelo que
ella vivió con más intensidad que nadie. Es Dios mismo quien nos lo ha puesto dentro, a María y a nosotros.
      Y nosotros, contemplándola a ella, mirándola a ella, sentimos la alegría de su gloria, y el deseo de vivirla nosotros también un día.

CANTO MARIANO

ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.




DÍA 31 DE MAYO

CANTO INICIAL: Venid y vamos todos.
SALUDO A MARÍA:
Dichosa eres, Virgen María, porque Dios Padre te ha mirado y te ha escogido para ser la Madre del Salvador.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, por tu fe, tu esperanza y tu amor.
R. Dichosa eres, Virgen María.
Dichosa eres, Virgen María, porque el Señor ha obrado maravillas en ti.
R. Dichosa eres, Virgen María.

MEDITACIÓN:
      Hoy, en este último día del mes de mayo, nuestra meditación la haremos uniéndonos a la oración de María. Saborearemos poco a poco las palabras de su cántico, de la alabanza que dirigió a Dios por su obra salvadora, por la gracia y el amor que había derramado sobre ella misma y sobre la humanidad entera.
      Son palabras de un profundo agradecimiento a Dios porque ama y salva. Y son palabras que proclaman también cuál es el mundo que Dios quiere.
«Proclama mi alma la grandeza del Señor;
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-,
en favor de Abrabám y su descendencia para siempre».
CANTO MARIANO
ORACIÓN:
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén. 



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