Los pasados días 6 y 7 de octubre, y como uno más de los actos
programados con ocasión de la conmemoración del XXV Aniversario de la
Coronación de Nuestra Señora de la Caridad, un grupo de fieles de Villarrobledo
han peregrinado a la Basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza y al Santuario
mariano de Torreciudad.
La
peregrinación, organizada por la Hermandad de Ntra. Sra. de la Caridad, y
encabezada por su Presidenta Dª. Carmen Beneito y otros miembros de la Junta,
contó con la participación de numerosos fieles de Villarrobledo que se
desplazaron a tierras aragonesas en dos autocares de la empresa local Roble Bus.
D. Juan Julián proclama el Evangelio en la Basilica del Pilar |
El
acto más entrañable para los peregrinos tuvo lugar al día siguiente en el
Santuario de Torreciudad, donde fue entronizada una réplica de la imagen de Nuestra
Señora de la Caridad, Patrona de Villarrobledo, que entró en procesión, portada en andas por
los peregrinos, al majestuoso santuario
enclavado en el Pirineo oscense.
Tras conocer en visita guiada la historia y configuración arquitectónica del Santuario, tan vinculado a
la figura del San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei ,
aquellos peregrinos que quisieron pudieron confesar y recibir el sacramento del
perdón en alguno de los múltiples confesionarios existentes en las capillas de
la cripta.
Finalmente tuvo lugar la Santa Misa, celebrada por D. Juan Julián Castillo quien dedicó en su homilía unas emocionadas palabras a los peregrinos de Villarrobledo, que demuestran con estos actos el cariño y devoción que en nuestro pueblo se tiene a la Madre de Dios. Fue una celebración emotiva y entrañable, donde los asistentes elevaron sus oraciones por Villarrobledo y se lo encomendaron a la Santísima Virgen de la Caridad.
Durante
el viaje de regreso y en acción de gracias se rezó el Santo Rosario, recordando que precisamente
ese día, 7 de octubre, la Iglesia celebraba la fiesta de Ntra. Sra. del Rosario, instituida por el Papa San Pío
V en tal fecha por ser el aniversario de la decisiva victoria obtenida por las armas
cristianas en la Batalla de Lepanto, atribuida a la Madre de Dios.
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